Lorena Moncholí es abogada, experta en derecho sanitario, maternidad e infancia. Cuando asistes a una de sus charlas o talleres no te quedas indiferente. La experiencia se convierte en toda una revelación, es una de esas personas con la capacidad de hacerte despertar algo que tenías dormido en algún lugar de tu ser, que te toca, te transforma y te empodera, y ya no vuelves a ser la misma.
Lorena, es un placer tenerte con nosotros. Desde que irrumpiste en nuestras vidas al asistir a un taller sobre Derechos de los niños hospitalizados, ha habido un antes y un después. Transmites con gran pasión y claridad tu profesión, y consigues acercar la compresión de las leyes a muchas familias, para que tengan claros sus derechos y los de sus hijos y los puedan proteger y también defender, cuando estos son vulnerados.
– ¿De dónde sale toda esa energía?¿Qué fue lo que te llevó a enfocar tu carrera profesional en esta dirección?
L.M: Bueno, lo de la energía es algo que me ha acompañado toda mi vida, el rasgo que me caracteriza. Está en mi ADN. Pero la verdad es que se multiplica cuando se trata de defender a las familias, madres, padres y niñas/os.
En el parto de mi primer hijo, ambos fuimos supervivientes de violencia obstétrica y maltrato institucional. Ya no me gusta hablar de que fuimos víctimas. Ambos sobrevivimos a aquello. Fuimos capaces de recuperarnos, tanto mi hijo como yo.
En ese momento trabajaba como letrada en una entidad financiera y nunca me había planteado, ni siquiera como profesional, cuales eran mis derechos a la hora de dar a luz o los derechos de mi hijo en su nacimiento. Empecé a buscar respuestas para mí y, de repente, las encontré para muchísimas familias.
La maternidad despertó en mi ese interés por el Derecho Sanitario, el Consentimiento Informado de los pacientes y usuarios y por el Derecho de Familia y la protección de la maternidad y la infancia.
Cuando di a luz a mi segundo hijo, ya era una abogada especializada en este tema, y simplemente hice que se respetaran todos nuestros derechos. Así de fácil.
Tras esta experiencia inicié una serie de talleres en Valencia para enseñar a las mujeres los derechos que tenían en la atención de su parto y nacimiento de sus hijos y cómo defenderlos, que compaginaba con mi trabajo. Por aquel entonces ya tenía decidido reorientar mi carrera profesional, lo convertí en mi objetivo profesional y vital y un bendito ERE me dio la oportunidad final.
Ahora me dedico a un tema que me apasiona, a través del cual puedo ser útil a la sociedad, a las familias, a las mujeres y a la infancia.
– Hace no tantos años, quizás debido a nuestro pasado histórico y a la falta de información, nadie osaba a cuestionar los actuaciones de un médico o un profesional sanitario, había la costumbre de agachar la cabeza, de normalizarlo. Muchas de nuestras madres lo han sufrido en sus carnes, con sus partos. Ahora afortunadamente comienza a no ser así, pero todavía queda mucho camino por recorrer. Todavía hay demasiados casos de violencia obstétrica ¿Qué podemos hacer nosotras, como madres/mujeres/pacientes/ciudadanas o incluso profesionales de la sanidad?
L.M: Puede parecer obvio lo que te voy a contestar. Pero es que se trata de decir NO. De decir BASTA.
Como bien dices, todas/os podemos hacerlo, tanto madres, mujeres, pacientes como los propios profesionales sanitarios que ya se están dando cuenta que la atención sanitaria no puede ir en esa dirección.
Está claro que tantos años de paternalismo médico y patriarcado pasan mucha factura y es necesario no sólo informarnos ahora de cuáles son nuestros derechos, sino de entender cómo defenderlos, obtener herramientas fáciles y realmente eficaces que nos permitan defendernos con asertividad.
Lo primero es tomar conciencia, no negar la existencia de la violencia obstétrica, sino visibilizarla y hacerle frente.
A las mujeres que acuden a mí siempre les digo lo mismo: “lo siento, otras lucharon para que votáramos, para que nos pudiéramos divorciar, para ser mayores de edad a la misma edad que los hombres… a nosotras nos ha tocado luchar para que respeten nuestra integridad física y psíquica y la de nuestras hijas/os en su nacimiento. “
– ¿Qué consejos le darías a una futura mamá, para que tenga un parto respetado?
L.M: Bueno, como he comentado antes, lo primero es ser consciente que la violencia obstétrica existe y está instalada en nuestros hospitales, incluso en aquellos que tienen la acreditación IHAN o han pasado alguna de sus fases. Eso hay que saberlo.
Mucha gente me tacha de alarmista, pero yo no lo veo así. Se trata de poner sobre la mesa un problema que es real y que está, desgraciadamente, muy extendido. Conozco a muchos profesionales sanitarios que son muy respetuosos en la atención al parto, pero también muchos otros que no.
Una vez se es consciente de ello, las mujeres tienen que informarse bien de los derechos que tienen a la hora de dar a luz y los derechos que tienen sus hijos.
Pero lo fundamental es que tienen que creérselos. De nada sirve leerse mil páginas de internet y redactar un plan de parto, si no te lo crees y no sabes defender lo que has escrito.
– ¿Cuál crees que es el error más común que cometemos con nuestros hijos cuando acudimos a una consulta médica, hospital (u otra institución)?
L.M: Ceder automáticamente el ejercicio de nuestra patria potestad. Entramos a un Hospital o Centro de Salud y , de repente , sin que nadie -ni profesionales , ni padres- se pare a pensarlo, nuestros hijos dejan de ser nuestros. Algo que no ocurre en ningún otro lugar ( hoteles, el metro, la calle…)
Cuando en mis talleres pregunto por qué ocurre, nadie me da una respuesta. Pero es que no la hay. Son siglos de sumisión sin explicación y sin discusión. Es algo que hacemos por inercia.
– Ante los abusos de poder por parte de una institución ¿qué podemos hacer como ciudadanos?
L.M: En primer lugar, impedirlo en el mismo momento que ocurre. Esto es vital, porque el maltrato institucional (que ha sido ampliamente estudiado), deja secuelas graves en aquellos niños o adultos que lo sufren. Aunque no se aprecien a simple vista.
Siempre digo que el niño al que separan de su madre en una UCI, no va a perder un dedo por ello. Pero va a tener secuelas psicológicas, lo queramos reconocer o no.
Una vez ha ocurrido, reclamar siempre (o demandar, según los casos). Porque siempre sirve. Mejor que no ocurra a tener que reclamar. Pero si ha ocurrido, las personas que ejercen maltrato institucional (que no saben ni que lo están haciendo, en muchas ocasiones) deben saberlo. Deben saber lo que son.
En muchos casos los profesionales sanitarios no saben que ejercen violencia obstétrica. De hecho, este término suele molestar a un gran colectivo de ellos.
El profesional que realiza a ciegas el acto rutinario de separar a madre y bebé tras el parto o cesárea, ni se plantea las consecuencias que ello genera para la salud, el bienestar físico y emocional de madre y bebé o incluso para la lactancia materna, por mucho que el Ministerio de Sanidad, por ejemplo, se lo repita hasta la saciedad.
Hace poco una mamá me contó que, en el parto de su bebé (que todos sabían ya que nacía fallecido) la matrona le amenazó con atarla si no consentía colocarse una sonda. Esa mujer había elegido un Hospital relativamente famoso por la atención “respetuosa” del parto y se encontró con aquello. A esta matrona, carente de humanidad y de ética, hay que decirle, sí o sí, que ejerce violencia obstétrica. No sabemos si consciente o inconscientemente, pero la ejerce. Hay que denunciarla.
6- Cuéntanos algún caso que estés llevando.
L.M: Estos meses estoy centrada en los divorcios y separaciones de mutuo acuerdo. Para mi es vital que los niños (y por tanto, mis clientes adultos) sufran lo menos posible en estos casos y cuando un abogado concienciado en estos temas media entre la pareja con ese objetivo profesional, la diferencia es abismal. Todo se vive de otra forma. Yo he tenido hasta risas mientras llegábamos a acuerdos sobre custodias, visitas, etc.
Los niños no tienen que pisar un juzgado para que sus padres se separen, salvo en casos excepcionales y, por supuesto, no me refiero a los sucesos de violencia de género, que es otro tema distinto.
Me remueve la demanda que he tenido que presentar por el fallecimiento de un bebé en un parto en un Hospital por una negligencia médica, y las reclamaciones que llevo por haber privado a determinados pacientes de su derecho a prestar su consentimiento informado.
Pero sin duda, los casos que más me marcan son los que están sucediendo dentro de mi Programa Online Proyecto Díkê, el programa de asesoramiento para mujeres embarazadas, para que consigan el parto que desean.
Mis “Mujeres Díkê” me están dejando, literalmente sin palabras con todo lo que están consiguiendo. Han cambiado protocolos de Hospitales, y han sabido decir “AQUÍ ESTOY YO”.
El caso que quizás más me ha impactado de Proyecto Díkê por el momento es el de una mujer auténticamente guerrera que tuvo que dar a luz a su bebé prematuro en un Hospital al que no quería acudir por nada del mundo, puesto que allí sufrió violencia obstétrica en el nacimiento de su primer hijo. Ya había cambiado de Hospital (que nos costó lo suyo), pero finalmente tuvo que acudir urgentemente al anterior, donde tuvo que estar en la misma habitación, con los mismos monitores e incluso con la misma matrona que le había tratado tan mal. Finalmente, expulsó a esa matrona de allí y tuvo el parto respetado que se merecían ella y su hijo.
7-¿Qué proyectos de formación te traes entre manos? Háblanos de ellos.
L.M: Sin duda, el fundamental es continuar con Proyecto Díkê.
Se trata de un programa de 6 semanas en las que asesoro a mujeres embarazadas de toda España (aunque también acuden mujeres no embarazadas o incluso profesionales sanitarias/os) sobre los derechos que tienen a la hora de dar a luz y los derechos que tienen los bebés en su nacimiento, pero sobre todo, les enseño a hacerlos valer. Con la mera teoría nunca lo vamos a lograr.
Les doy recursos, soluciones y les incito a actuar, a cambiar su situación actual. Les empodero y les doy la confianza necesaria para vivir el parto que desean, para que sus decisiones sean respetadas.
Además, está concebido para formar una comunidad. A lo largo de estos años me he encontrado mujeres que se sintieron muy solas cuando dijeron NO o quisieron cambiar la atención de su parto o exigir que se respetaran sus derechos.
En la maternidad vivimos muy solas y aisladas y esto le ocurre también a las mujeres decididas a luchar por sus derechos en su parto.
En comunidad estas inquietudes se viven de forma distinta.
En esta última promoción hemos vivido situaciones muy emocionantes de mujeres que han inspirado a las otras, acciones de unas que han beneficiado a las demás o les han dado que pensar. Si ves que una mujer de tu comunidad logra su objetivo, no hay límites para ti.
No puedo describir esta satisfacción que hemos sentido, tanto ellas como yo.
Proyecto Díkê es muchísimo más que información jurídica sobre el parto y el nacimiento. Es cambiar tu visión de la vida y de tu dignidad como mujer. Ese fue mi objetivo cuando lo ideé y, por el feedback de mis Mujeres Díkê, creo que lo estoy logrando. Y no lo voy a dejar.
En breve lanzo también Proyecto Astrea. Se trata de un programa para profesionales sanitarios en los que les enseño sus obligaciones legales y derechos, pero desde ambas perspectivas, desde la atención profesional y desde los derechos del paciente.
Muchos profesionales se han puesto en contacto conmigo para pedirme algo igual a Proyecto Díkê , aunque más específico para ellos.
Y el tema de los divorcios y separaciones de mutuo acuerdo también tiene su cabida, porque de verdad, este tema es muy recurrente y bien llevado, directamente protege a la infancia. En breve contaré más sobre lo que tengo pensado con respecto a este tema… ¿Y si nos enseñaran a separarnos bien?
Me gusta mucho ese término, porque los clientes a los que he atendido por este tema me dicen “Lorena, nos has divorciado muy bien”. Quiero seguir haciéndolo en esa línea.
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Os recomendamos no perder de vista a Lorena Moncholí. Si queréis estar al día de sus cursos y conferencias, la podéis seguir a través de su Web y Blog.