Hoy hablaremos del agarre correcto del bebé, la clave más importante para disfrutar de una lactancia exitosa. Pero primero, me gustaría repasar contigo como nuestro maravilloso cuerpo de mamíferas se transforma para asegurar la supervivencia de nuestra prole. Porque nuestros pechos se van preparando desde el embarazo para poder amamantar a nuestros hijos. Los pezones se oscurecen con el fin de ser más visibles para el bebé recién nacido. El sentido más desarrollado del recién nacido es el olfato, y las areolas de la madre, a través de los tubérculos de Montgómery, segregan una sustancia que lubrica, desinfecta y que huele como el líquido amniótico. Este olor tiene una función muy importante, ya que ayuda al bebé a guiarse hacia el pecho.
Normalmente cuando permitimos el agarre espontáneo del bebé al principio de la lactancia, este se agarra correctamente de forma innata.
El contacto precoz mamá-bebé es lo más recomendable, pero según las condiciones del parto o si mamá y bebé han sido separados por un tiempo, no siempre es posible. Cuanto más pequeño es el bebé, más posibilidades de que el agarre espontáneo se de de forma correcta. Para ello en un ambiente de tranquilidad, sin visitas ni interferencias, cuando el bebé esté tranquilo pero despierto, coloca al bebé entre los dos pechos, piel con piel. Y deja que el bebé sea el que acabe agarrándose al pecho.
Si esto no es posible, sitúa el pezón a la altura de la nariz del bebé, esto ayudará a que tu bebé alce la cabeza abriendo mucho la boca. Así conseguirás también que el pezón apunte al paladar del bebé.
Lo mejor es estar piel con piel, sobretodo los primeros días, para que tu bebé pueda acceder al pecho cuando lo necesite, regular su temperatura mejor y evitar que se estrese. Verás que incluso gana más peso. Para ello es muy útil portearlo, y estar en contacto con el bebé y poner el pecho a su disposición.
Evita chupetes, sobretodo al principio de la lactancia, para evitar confusiones al bebé.
Si el agarre del bebé es correcto, esto solucionará la mayor parte de los problemas que se puedes tener con la lactancia. Por ello, es importante revisar el agarre.
Recuerda revisar el agarre y tener en cuenta que:
– El bebé debe tener la boca muy abierta en el momento del agarre.
– Bebé y mamá tenéis que estar ombligo con ombligo, y el cuello del bebé ha de estar recto, al igual que su columna. Nunca el cuerpo del bebé ha de estar mirando hacia arriba, sino pegado al cuerpo de su madre frontalmente.
– Al amamantar el bebé tiene que coger parte de la areola con su boca, y sobretodo es muy importante que al principio, la barbilla y la nariz del bebé estén bien pegados al pecho. Tranquila, que no se ahoga ya que su nariz es muy flexible y respiran por el lateral. Es una señal de buen agarre.
– Otra señal de un buen agarre al pecho es que el bebé tiene los labios evertidos hacia fuera al mamar, puedes comprobar si es la parte interna de los labios, la que está en contacto con el pecho.
Algunos síntomas de agarre incorrecto son:
Boca poco abierta, posición de biberón, chasquidos, dolor al amamantar o heridas, mejillas hundidas del bebé en lugar de hinchadas, poco aumento de peso, ingurgitación o mastitis.
Por último, recuerda que el llanto es un signo tardío de que el bebé necesita alimentarse, y llora porque tiene demasiada hambre y si está nervioso puede no agarrarse bien. Si tu bebé realiza movimientos de succión con los labios, se lleva las manos a la boca, gira la cabeza buscando su fuente de alimento… Es hora de alimentarlo!